CAFÉ FILOSÓFICO Nº
22
COHERENCIA ENTRE EL
PENSAR Y EL HACER
Puesto
que no terminaba de quedar claro si el tema propuesto versaba sobre
la coherencia o la constancia, comenzamos la actividad con el
pensamiento de Hume el cual hace referencia a ambas. La creencia en
la existencia independiente de los objetos externos la atribuye Hume
a la imaginación, debido a la constancia y a la coherencia de las
percepciones. No se puede justificar tal creencia apoyándose en los
sentidos, ni apelando a la razón. No puede proceder de los sentidos,
ya que éstos no nos ofrecen nada distinto de nuestras percepciones.
Pero tamopco de la razón, ya que no es posible recurrir al principio
de causalidad. En cualquier caso, ¿qué nos genera más constancia:
la razón o los sentidos? Ángel opina que los sentidos, porque se
asemejan más a la realidad. Álvaro en cambio apela a la razón,
porque los sentidos nos engañan. Ángel replica que la razón
también puede engañarnos porque puede venir condicionada o
infundada por una emoción. Sandra, haciendo referencia al campo
científico, comenta que hay cosas que no podemos percibir pero sin
embargo sabemos que están ahí, por ello confía más en la razón.
¿Y obramos de acuerdo con el pensar o con el sentir? Sagrario hace
referencia al libro de la Política
de Aristóteles, en el que se dice que la voz es para expresar el
sentimiento. Los hombres comparten lo bueno, lo conveniente y lo
justo, y en eso consiste la amistad. Pero en la realidad, los hombres
son expertos en mentir, y eso lo hacen por propios intereses. Mariví
corrobora que nos mueve el sentimiento, es el motor ejecutor de
cualquier acto racional. Los únicos capaces de descentrar, para
Sagrario, el egocentrismo, son los niños. Hay coherencia en el
cerebro de un niño cuando dice de manera sincera: “Papá, pero si
has dicho que fumar es malo...” Y eso no son otra cosa que las
Emisiones
realizativas
de John L. Austin: “un tipo de emisión que parece un enunciado y
supongo que gramaticalmente sería clasificada como un enunciado que
no es carente de sentido, y si embargo no es verdadera o falsa (…)
Serán emisiones perfectamente claras, con verbos corrientes en
primera persona del singular del presente de indicativo de la voz
activa, y no obstante veremos de inmediato que no tienen la
posibilidad de ser verdaderas o falsas. Si una persona hace una
amisión de este tipo, diríamos que está haciendo algo en vez de
meramente diciendo algo.” Sirvan como ejemplos “Bautizo este
barco el Queen Elizabeth” o “Sí quiero” (en una boda).
Además,
en Estilos y
coherencias en las metodologías creativas,
un equipo de la UCM escribió que “Somos dado a llenar nuestro
entorno con mensajes bonitos de paz, de igualdad, de justicia, de
solidaridad... pero en un momento de conflicto, ¿cómo
reaccionamos? Si un aparato pudiera medir el grado de coherencia
entre la forma concreta de reaccionar y lo que decimos pensar, ¿qué
marcaría ese coherenciómetro? Nuestra conducta diaria está
fuertemente marcada por sentimientos, prejuicios, miedos e ilusiones
que queremos inútilmente esconder debajo de los pensamientos
racionales y correctos” ¿Existe coherencia entre nuestras acciones
y nuestros pensamientos? Para Lara, somos seres cobardes a los que
nadie ha enseñado a controlar los sentimientos, quizás por miedo,
por ello muchas veces no pensamos en nuestras acciones, simplemente
dejamos que las cosas pasen. Para Álvaro tampoco existe la
coherencia, ya que estamos llenos de pensamientos éticamente malos
que enmascaramos con buenas acciones. Sandra opina lo mismo, y añade
que sólo fingimos una muestra de coherencia cuando actuamos frente a
otros por interés y tenemos que dar una buena imagen, pero es una
coherencia falsa.
Llegado
este momento, se explicó la mala fe de Sartre y se plantearon
algunos ejemplos de El
ser y la nada.
La pregunta principal entonces era si existe coherencia entre el
hacer y el pensar cuando elegimos no elegir. Para Kiwi, por ejemplo,
la no elección puede ser un acto. Mariana sin embargo no ve
coherencia alguna, ya que en los ejemplos, los personajes siempre
están condicionados por el pensar del otro. Pero de un modo u otro,
tod@s hemos presupuesto algo sin saber lo que realemnte pensaba
Sartre, creador de los personajes y dador de esa mala fe, ya que él
fue el responsable de lo que estos personajes tienen y son.
Aclaras muy bien lo difícil de la aclaración. Lo comparto en mi blog. ¡Gracias!
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