CAFÉ FILOSÓFICO Nº 25
NECESIDADES Y DESEOS EN LA SOCIEDAD
DE CONSUMO
Segunda
sesión de Café Filosófico en la Biblioteca Torrente Ballester. En
este mes de noviembre, tan cerquita del mes de consumo, l@s
asistentes muestran su opinión sobre qué significa para ell@s este
concepto. Para Ángel, el consumo no es otra cosa sino efectuar un
deseo de forma material o inmaterial. Para Isabel, es la compra de
bienes, racional o irracional (a ésta última nos referimos, más
que con el “consumo”, con la palabra “consumismo”). Para
Álvaro, hay una clara diferencia entre consumo y consumismo. El
consumo es la utilización de un recurso, y el consumismo es
priorizar lo material sobre la utilidad. Para Mariana, el consumo se
identifica con la satisfacción de una necesidad, mientras que el
consumismo se identifica con un deseo compulsivo. Asimismo, para Luis
el consumo se identifica con la adquisición mientras que en el
consumismo se confunden las necesidades con los caprichos. Pero,
¿cuáles son realmente nuestras necesidades?
Pilar
asocia lo necesario a lo imprescindible. No obstante, el concepto de
“necesario” ha evolucionado, y también ha hecho evolucionar.
Para Ángel lo necesario está directamente relacionado con lo vital.
Para Inés es un concepto subjetivo y en constante cambio. Y añade
que para cada persona este concepto puede resultar muy variable. A
continuación lo explica con una historia sobre el agua, en la cual
un agricultor que cada día regaba sus tierras con el agua que
transportaba en dos cántaros le dice a su hijo que no son necesarias
para él unas instalaciones de agua corriente, pues podía solventar
su trabajo de este otro modo. Álvaro nos cuenta que para él lo
necesario es lo imprescindible para vivir bien, y dice también que
las necesidades dependen del desarrollo de una sociedad.
Y
hablando del desarrollo de la sociedad, citemos un texto de Adela
Cortina en Por una ética del consumo:
“Existen dos tipos de seres humanos, los que tienen abiertas las
puertas del consumo ilimitado y los que las tienen cerrada. Y en una
distinción de sociedades no menos simplista, las consumistas, no por
eso necesariamente satisfechas, y las que están desearlo serlo, a
las que se les suele aplicar el discutible nombre de sociedades
“subdesarrrolladas” o “en vías de desarrollo”. Se da a
entender con ello que el consumo ilimitado coincide con el
desarrollo, afirmación más que peregrina que tendremos ocasión de
considerar”. Y yo pregunto, ¿Calificamos a las personas según su
consumo? ¿Es el consumo sinónimo de desarrollo? Para Álvaro, el
desarrollo es simplemente la progresión hacia una vida mejor. Luis
opinaba que un país es desarrollado si es capaz de producir la
felicidad de la mayoría de los individuos. Antonio en cambio piensa
que es el PIB lo que mide el desarrollo de una sociedad, ya que el
consumo está ligado indefectiblemente al mercado y el mercado tiende
a confundir la necesidad con los deseos, por la sencilla razón de
que las necesidades son limitadas y los deseos son infinitos. Ángel
es tajante en su opinión de que el consumo no es sinónimo de
desarrollo, ya que depende de la madurez. Y no cree que una persona
esté más desarrollada por poseer más poder económico. Inés nos
dice cómo en esta sociedad se valora a las personas por la capacidad
de producción. Y Antonio apoya esta sentencia afirmando que no
producir coloca a las personas en la periferia del sistema. Parece
que un@ ya no tiene derecho a encontrar la felicidad en algo ajeno al
trabajo y la satisfacción de deseos, los cuales confundimos, cada
vez más con las necesidades.
“Aseguraba
Marcuse que los individuos no son autónomos, sino que están
totalmente controlados a través de las necesidades que se les
imponen. La razón instrumental, manipuladora, controla a los
individuos a través del consumo impuesto”. (Adela Cortina).
Como
dijo antonio en el Café, sólo cuando se ha inventado el fármaco,
se inventa el síndrome.
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