CAFÉ FILOSÓFICO Nº18
¿PENA DE MUERTE O
MORIRSE DE PENA?
Mal
día para l@s supersticios@s... trece personas hablando de la
pena...y encima, de muerte. Pero de muerte fue realmente como nos
sentimos en esta Café Filosófico, con una media de edad más joven
de lo habitual, lo cual hizo que disfrutáramos de un ambiente
fresco, distendido y, por cierto, muy muy interesante.
La primera pregunta que surgió en la biblioteca fue “¿por qué se
aplicaba históricamente, con tanta frecuencia, la pena de muerte?
¿por justicia o por miedo? Para ello, se citó un fragmento de
Diccionario de filosofía
de Voltaire. Según Paula, la pena de muerte se usaba, claramente,
por miedo a que las personas que desafiaban las leyes pudieran volver
a actuar, o peor, a extender ese “germen” de desafío legal.
David, además, comentó que el castigo era una forma de eneñar, una
lección para quienes presenciaban tal desastre. A lo que Álvaro
añadió que la pena de muerte se asegura que una serie de actos no
vuelvan a repetirse. Pero, ¿y ahora? Aún se sigue aplicando en
varios países, como un castigo para crímenes de asesinato,
espionaje, traición o como parte del Derecho militar. ¿Pero es
realmente un castigo la pena de muerte? El fin de un castigo, según
Emiliano, es enseñar, y así no enseñas a quien ha cometido el
crimen, pues nunca aprende. No obstante, se pretende que los de
alrededor aprendan qué no se debe hacer, para que vean las
consecuanecias. De hecho, se nombraron algunos ejemplos de cosas que
algun@s en el café reconocieron haber hecho a sabiendas de que no
debían, como robar en un supermercado, pinchar las ruedas de una
bici o prevalecer los propios intereses por encima de los ajenos.
Tod@s ell@s admitieron que no lo habrían hecho si esos actos
hubieran estado penados con la muerte, pues el riesgo sería muy
grande.
¿Es entonces más justa una sociedad con pena de muerte? Álvaro
matizó que no se puede hablar de justicia en este caso, ya que es un
concepto muy subjetivo, mientras que sí se daría, probablemente,
una sociedad menos conflictiva. David replicó que esta supuesta
“sociedad más segura” traería consigo algo peor: el miedo.
Sagrario hizo hincapie en el hecho de reflexionar sobre qué o quién
decide cómo actuar ante el crimen, ya que no es lo mismo el derecho
que la filosofía del derecho. Levinas (filósofo y escritor judío
de principios del siglo XX) escribió que es mejor la cara del otro a
la ética de la justicia. La filosofía reflexiona sobre qué
entendemos por delito. David establece, por ejemplo, una diferencia,
entre quien roba o mata por necesidad y quién no.
Pero hablemos de un nuevo concepto, el de “eutanasia procesal”.
El filósofo Gustavo Bueno propuso esta expresión al referirse a
aquellos individuos que hayan cometido crímenes horrendos, dice que
si se les hiciera recapacitar sobre lo horrible de los actos
cometidos, si se dieran cuenta de la magnitud de sus crímenes, su
conciencia no podría soportarlo y tendrían dos caminos: el
suicidio, o pedir la muerte voluntaria (eutanasia procesal). Paula
piensa que no debería concederse a dichas personas esa muerte
voluntaria, ya que el peor castigo es que carguen con la culpa. A lo
que Álvaro responde a Paula con otra pregunta: “¿entonces
evitarías también el suicidio? y si es así, ¿qué medidas
tomarías para ello?” Aclarando igualmente que él no estaría
dispuesto a destinar parte de sus impuestos a mantener viva a una
persona que, para más inri, no quiere vivir.
Pasemos ahora a ahondar sobre la muerte, sin penas... ¿Solemos
pensar en la muerte? David comentó que ese es el fin de la religión,
que pensemos en ella. Miguel, en cambio, piensa que sólo
reflexionamos sobre ésta si hemos tenido algún caso cercano de
muerte. Sagrario recalcó que actualmente lo tomamos como un tabú,
que incluso la sociedad tiende a ocultársela a los niños, lo cual
no les ayuda a asumirla más tarde. Alberto, haciendo referencia a
esto, habló sobre una experiencia en la cual hasta se le llegó a
ocultar su situación a la persona terminal. David opina que esta
postura es una forma de protección. Mientras que para Emiliano es
fundamental que se sepa la verdad. David, en cambio, opina que no se
puede vivir al límite los úlitmos días sabiendo que se está mal.
A lo que Álvaro responde que no se trata de vivir al límite, sino
de atar cabos.
Y con las votaciones atamos el último cabo del último café del
año. Nos vemos el tercer martes de enero (día 21) con el tema
“¿Educación o domesticación?”
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