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viernes, 26 de diciembre de 2014

CAFÉ FILOSÓFICO Nº 25

NECESIDADES Y DESEOS EN LA SOCIEDAD DE CONSUMO

Segunda sesión de Café Filosófico en la Biblioteca Torrente Ballester. En este mes de noviembre, tan cerquita del mes de consumo, l@s asistentes muestran su opinión sobre qué significa para ell@s este concepto. Para Ángel, el consumo no es otra cosa sino efectuar un deseo de forma material o inmaterial. Para Isabel, es la compra de bienes, racional o irracional (a ésta última nos referimos, más que con el “consumo”, con la palabra “consumismo”). Para Álvaro, hay una clara diferencia entre consumo y consumismo. El consumo es la utilización de un recurso, y el consumismo es priorizar lo material sobre la utilidad. Para Mariana, el consumo se identifica con la satisfacción de una necesidad, mientras que el consumismo se identifica con un deseo compulsivo. Asimismo, para Luis el consumo se identifica con la adquisición mientras que en el consumismo se confunden las necesidades con los caprichos. Pero, ¿cuáles son realmente nuestras necesidades?

Pilar asocia lo necesario a lo imprescindible. No obstante, el concepto de “necesario” ha evolucionado, y también ha hecho evolucionar. Para Ángel lo necesario está directamente relacionado con lo vital. Para Inés es un concepto subjetivo y en constante cambio. Y añade que para cada persona este concepto puede resultar muy variable. A continuación lo explica con una historia sobre el agua, en la cual un agricultor que cada día regaba sus tierras con el agua que transportaba en dos cántaros le dice a su hijo que no son necesarias para él unas instalaciones de agua corriente, pues podía solventar su trabajo de este otro modo. Álvaro nos cuenta que para él lo necesario es lo imprescindible para vivir bien, y dice también que las necesidades dependen del desarrollo de una sociedad.

Y hablando del desarrollo de la sociedad, citemos un texto de Adela Cortina en Por una ética del consumo: “Existen dos tipos de seres humanos, los que tienen abiertas las puertas del consumo ilimitado y los que las tienen cerrada. Y en una distinción de sociedades no menos simplista, las consumistas, no por eso necesariamente satisfechas, y las que están desearlo serlo, a las que se les suele aplicar el discutible nombre de sociedades “subdesarrrolladas” o “en vías de desarrollo”. Se da a entender con ello que el consumo ilimitado coincide con el desarrollo, afirmación más que peregrina que tendremos ocasión de considerar”. Y yo pregunto, ¿Calificamos a las personas según su consumo? ¿Es el consumo sinónimo de desarrollo? Para Álvaro, el desarrollo es simplemente la progresión hacia una vida mejor. Luis opinaba que un país es desarrollado si es capaz de producir la felicidad de la mayoría de los individuos. Antonio en cambio piensa que es el PIB lo que mide el desarrollo de una sociedad, ya que el consumo está ligado indefectiblemente al mercado y el mercado tiende a confundir la necesidad con los deseos, por la sencilla razón de que las necesidades son limitadas y los deseos son infinitos. Ángel es tajante en su opinión de que el consumo no es sinónimo de desarrollo, ya que depende de la madurez. Y no cree que una persona esté más desarrollada por poseer más poder económico. Inés nos dice cómo en esta sociedad se valora a las personas por la capacidad de producción. Y Antonio apoya esta sentencia afirmando que no producir coloca a las personas en la periferia del sistema. Parece que un@ ya no tiene derecho a encontrar la felicidad en algo ajeno al trabajo y la satisfacción de deseos, los cuales confundimos, cada vez más con las necesidades.

“Aseguraba Marcuse que los individuos no son autónomos, sino que están totalmente controlados a través de las necesidades que se les imponen. La razón instrumental, manipuladora, controla a los individuos a través del consumo impuesto”. (Adela Cortina).


Como dijo antonio en el Café, sólo cuando se ha inventado el fármaco, se inventa el síndrome.

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