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domingo, 29 de diciembre de 2013

CAFÉ FILOSÓFICO Nº18
¿PENA DE MUERTE O MORIRSE DE PENA?
     Mal día para l@s supersticios@s... trece personas hablando de la pena...y encima, de muerte. Pero de muerte fue realmente como nos sentimos en esta Café Filosófico, con una media de edad más joven de lo habitual, lo cual hizo que disfrutáramos de un ambiente fresco, distendido y, por cierto, muy muy interesante.
     La primera pregunta que surgió en la biblioteca fue “¿por qué se aplicaba históricamente, con tanta frecuencia, la pena de muerte? ¿por justicia o por miedo? Para ello, se citó un fragmento de Diccionario de filosofía de Voltaire. Según Paula, la pena de muerte se usaba, claramente, por miedo a que las personas que desafiaban las leyes pudieran volver a actuar, o peor, a extender ese “germen” de desafío legal. David, además, comentó que el castigo era una forma de eneñar, una lección para quienes presenciaban tal desastre. A lo que Álvaro añadió que la pena de muerte se asegura que una serie de actos no vuelvan a repetirse. Pero, ¿y ahora? Aún se sigue aplicando en varios países, como un castigo para crímenes de asesinato, espionaje, traición o como parte del Derecho militar. ¿Pero es realmente un castigo la pena de muerte? El fin de un castigo, según Emiliano, es enseñar, y así no enseñas a quien ha cometido el crimen, pues nunca aprende. No obstante, se pretende que los de alrededor aprendan qué no se debe hacer, para que vean las consecuanecias. De hecho, se nombraron algunos ejemplos de cosas que algun@s en el café reconocieron haber hecho a sabiendas de que no debían, como robar en un supermercado, pinchar las ruedas de una bici o prevalecer los propios intereses por encima de los ajenos. Tod@s ell@s admitieron que no lo habrían hecho si esos actos hubieran estado penados con la muerte, pues el riesgo sería muy grande.
     ¿Es entonces más justa una sociedad con pena de muerte? Álvaro matizó que no se puede hablar de justicia en este caso, ya que es un concepto muy subjetivo, mientras que sí se daría, probablemente, una sociedad menos conflictiva. David replicó que esta supuesta “sociedad más segura” traería consigo algo peor: el miedo. Sagrario hizo hincapie en el hecho de reflexionar sobre qué o quién decide cómo actuar ante el crimen, ya que no es lo mismo el derecho que la filosofía del derecho. Levinas (filósofo y escritor judío de principios del siglo XX) escribió que es mejor la cara del otro a la ética de la justicia. La filosofía reflexiona sobre qué entendemos por delito. David establece, por ejemplo, una diferencia, entre quien roba o mata por necesidad y quién no.
     Pero hablemos de un nuevo concepto, el de “eutanasia procesal”. El filósofo Gustavo Bueno propuso esta expresión al referirse a aquellos individuos que hayan cometido crímenes horrendos, dice que si se les hiciera recapacitar sobre lo horrible de los actos cometidos, si se dieran cuenta de la magnitud de sus crímenes, su conciencia no podría soportarlo y tendrían dos caminos: el suicidio, o pedir la muerte voluntaria (eutanasia procesal). Paula piensa que no debería concederse a dichas personas esa muerte voluntaria, ya que el peor castigo es que carguen con la culpa. A lo que Álvaro responde a Paula con otra pregunta: “¿entonces evitarías también el suicidio? y si es así, ¿qué medidas tomarías para ello?” Aclarando igualmente que él no estaría dispuesto a destinar parte de sus impuestos a mantener viva a una persona que, para más inri, no quiere vivir.
     Pasemos ahora a ahondar sobre la muerte, sin penas... ¿Solemos pensar en la muerte? David comentó que ese es el fin de la religión, que pensemos en ella. Miguel, en cambio, piensa que sólo reflexionamos sobre ésta si hemos tenido algún caso cercano de muerte. Sagrario recalcó que actualmente lo tomamos como un tabú, que incluso la sociedad tiende a ocultársela a los niños, lo cual no les ayuda a asumirla más tarde. Alberto, haciendo referencia a esto, habló sobre una experiencia en la cual hasta se le llegó a ocultar su situación a la persona terminal. David opina que esta postura es una forma de protección. Mientras que para Emiliano es fundamental que se sepa la verdad. David, en cambio, opina que no se puede vivir al límite los úlitmos días sabiendo que se está mal. A lo que Álvaro responde que no se trata de vivir al límite, sino de atar cabos.
     Y con las votaciones atamos el último cabo del último café del año. Nos vemos el tercer martes de enero (día 21) con el tema “¿Educación o domesticación?”



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