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domingo, 10 de marzo de 2013


LA MUERTE
¿ALGO QUE TEMER?
7 de junio de 2012

Esta vez comenzamos el Café con una nueva dinámica, cuanto menos, curiosa. Consistía en experimentar la muerte de una manera más cercana y divertida, sirviéndonos de algunas expresiones que hicieran referencia, o al menos nos recordaran, a ella.
 De este modo, Fran nos prestó la expresión “está finiquitado”, haciendo referencia a un anciano que parece ya muy cansado o a algo que está a punto de terminar. Jorge, quien intervino con la expresión “con ese comentario me matas” nos mostró el impacto que tiene la muerte cuando interviene en el lenguaje cotidiano, remarcando el ímpetu de una situación. María hizo alusión a la frase “está de muerte” cuando apreciamos, por ejemplo, el sabor de un pastel. Aunque quizás alguien querría morir si prueba uno que esté muy malo… Mónica, por su parte, nos recordó aquella expresión tan usada que versa “le quedan dos telediarios”. A la pregunta de por qué el telediario y no otra cosa, ella misma respondió que es algo que se repite día tras día, es decir, que si a alguien le quedan dos días, le queda realmente muy poco tiempo… lo cual puede expresarse también con un “está con un pie en la tumba”. Pero, ¿por qué no pensar también en ese pie que está fuera de la misma? Jorge indicó que esto es debido a la manera en que sentimos la fragilidad de la vida. Pero la muerte no sólo nos recuerda la fragilidad, sino que también nos inspira, como apuntó Pilar, paz y tranquilidad. De hecho, Aldric coincidía en este punto de vista al citar el tan común “estoy muerto” para indicar que estamos cansad@s y necesitamos más paz y quietud que movimiento.
Por otra parte, María nos recordó que antes la blancura indicaba vestigios de estar enamorado. Y sin embargo, desde que el moreno es un reflejo de solvencia económica, de riqueza que permite hacer turismo, ir a la playa, etc. la blancura se ha convertido en síntoma de enfermedad, en cercanía a la muerte. Y hablando de cercanía, citando la película “Con la muerte en los talones”[1] , Pilar describe la muerte como algo preocupante que nos hace pensar en la idea de huída. Es una especie de espada de Damocles que nos hace experimentar la persecución, de algo que está siempre presente. Comienza entonces el debate sobre la edad en la que experimentamos más intensamente la reflexión sobre la muerte. Y en este punto las opiniones resultaron sumamente dispares. Fran, por ejemplo, expresó su deseo de saber cuánto piensa la gente en la muerte. Aldric dijo claramente que él piensa poco en la muerte. Pilar, por su parte, prefiere no pensar en ella. Y otr@s, como Jorge o María ven la reflexión sobre la muerte como algo natural y enriquecedor. Pero, el hecho de pensar en la muerte, ¿cambia nuestra forma de actuar en el sentido de vivir más intensamente, o por el contrario, en el de convertirse en una persona más comedida? Jorge nos contó cómo la muerte introdujo una nueva frase en su vida. “Ya no tengo abuelas”-dijo. Uno no es consciente de este hecho si no piensa en la muerte.
No obstante, Pilar comentó que es más fácil reflexionar sobre la muerte cuando se es joven, ya que ésta se ve más lejana. María, sin embargo, no cree que sea una cuestión de edad, sino de preferencias. De hecho, afirmó –“Ante la inminencia de la muerte, la cual veo lejana, hay cosas que me gustaría hacer, pero preferiría que los cambios los hicieran otros”. Si la gente tuviera una presencia de la muerte, much@s obrarían de modo diferente. De hecho, muchos miembros del Café compartían la idea de que la muerte es la que nos hace guiarnos por una cosa u otra en la vida. Si fuéramos inmortales, muchas de las cosas que hacemos, decimos, pensamos, etc. perderían su sentido. Mientras que Fran afirmó que preferiría ser inmortal, ya que la muerte es fastidiosa, y constituye una justificación demasiado poética. Por otra parte, Mónica no cree que haya que dotar al tópico de la muerte de tanta trascendencia, puesto que da igual lo que uno se plantee, ya que en su interior siempre seguirá siendo la misma persona, y el lugar en el cual terminará también será el mismo sin importar las acciones realizadas.
¿Qué nos aporta, por tanto, la reflexión sobre la muerte? Fran afirma que la vida es un “bodrio”, desidia, por lo que tenemos que dotarle de sentido. Este sentido puede dárselo la muerte. María continúa mostrándonos su perspectiva sobre un hecho ideal, que sería el surgimiento de un hecho extraordinario en medio de una rutina. Pero podemos también reflexionar sobre la muerte ajena. Mónica, por ejemplo, no recuerda la muerte de un ser querido como algo malo, sino como el fin de un acompañamiento del que un@ puede haber aprendido o con quien alguien ha compartido experiencias. Además, acostumbramos a formar todo un culto alrededor de la muerte, a lo que Elena no encuentra un sentido real, puesto que no existe una relación entre el difunto y los eventos que se organizan en torno a él, o a ella. Digamos que las ceremonias son, más que para los muertos, para los vivos… aunque no deja de existir cierta concepción de que ciertos actos convierten la muerte en un hecho respetable…
Lo cierto es que el cierre del curso 2011-2012 ha coincidido con el tema que da lugar al cierre, al final de la vida. Y no es casual que tod@s y cada un@ de nosotr@s nos hayamos sentido, más que nunca, filósofos. Porque ya lo dijo Platón: “filosofía es aprender a morir”; o Montaigne: “filosofar es prepararse para morir”. Pero en este Café hemos hecho honor, sobre todo, a los estoicos, ya que siempre afirmaron que “Filosofía es comentar la muerte”. Y desde aquí os agradezco a tod@s l@s asistentes vuestro acompañamiento en tan variados comentarios a lo largo del curso. Especialmente a Sagrario y a Fran, que si algo he aprendido de ellos es que los sueños pueden hacerse realidad. Y con vuestro apoyo he conseguido realizar el sueño de despertar la filosofía.

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