VINO FILOSÓFICO Nº 5
Tras
tomar asiento e intercambiar algunas palabras los miembros del Vino
Filosófico, pues algunos ya empiezan a conocerse, dimos comienzo al
quinto vino Filosófico, sobre el riesgo. Éste puede definirse desde
diferentes campos, como la antropología (categoría que modera los
efectos negativos de la incertidumbre sobre el organismo y sobre su
psicología), la publicidad (mecanismo que involucra el consumo
masivo y la propagando como formas de alienación del individuo), el
deporte (forma inmediata de experiencia que produce placer), o
incluso la moral, la economía o la diversión. Para abrir una
primera puerta a la tertulia, se expuso la definición de la RAE.
“Riesgo: contingencia o posibilidad de un daño”. Analizando esta
definición, Ángel comenzó diciendo que el riesgo no es sino la
vida misma, pues nada está controlado. Y David apuntó que quitaría
la palabra “daño” de la definición, ya que el riesgo implica,
más bien, confianza y decisión. Jotas, de acuerdo con David, lo
define como el encuentro con algo no esperado. Ángel 2, sin embargo,
abre más posibilidades a la definición de riesgo; para él es una
interpretación, una meta, un obstáculo. Oonee Koh, además, hace
referencia a la relatividad del riesgo, ya que el riesgo que alguien
relaciona, por ejemplo, con una catástrofe, puede que no tenga
ningún tipo de catastrofismo para otra persona, que toma el riesgo
como algo completamente diferente. Y Montse matiza, dentro de este
relatividad, la decisión de amar o no amar el riesgo, remarcando que
la previsión se encuentra en la omisión del acto de amor hacia el
riesgo.
Una
vez tratada la definición de la RAE, nos adentramos en el mundo del
riesgo visto desde diferentes perspectivas. Sebastián Álvaro narra,
en uno de sus artículos escritos en el periódico AS (“Con tres
heridas yo: la de la vida, las de la muerte, la del amor”) lo
siguiente: “se nos olvida que no han sido los cobardes los que nos
han permitido llegar a ser lo que somos. De ser cobardes no habríamos
mirado con curiosidad las estrellas, ni habríamos navegado por el
proceloso océano, poblado de miedos y leyendas. Arriesgar tiene que
ver con un impulso vital”. ¿Es el riesgo un impulso vital? Para
Ángel, es más una cuestión de necesidad, ya que siempre hay que
tomar una decisión. Silvia está de acuerdo con que el riesgo está
en la vida, pero va más allá y nos pregunta por qué valoramos el
riesgo siempre como positivo o negativo, ya que para ella se reduce
al movimiento, ni bueno ni malo, es el constante sucederse de las
cosas. Algunos han afirmado en este Vino Filosófico que el riesgo
supone un peligro o supera un miedo (para Javier, el reisgo de hablar
sin miedo es la actividad más estimulante del ser humano; para
Ángel, el riesgo implica un peligro: el descontrol...); sin embargo,
para Róber el riesgo no supone ni algo peligroso ni tampoco se
relaciona con el miedo, ya que es imposible tener cualquier relación
si arriesgar, y el encuentro con el otro, que viene de un arriesgarse
primero, no supone algo peligroso.
¿De
qué manera asumimos el riesgo? ¿Se puede vivir sin arriesgar? Iñaki
Ochoa (dejó los estudios de filosofía para dedicarse plenamente al
mundo de la montaña, donde falleció) decía: “Yo asumo el riesgo
de una manera muy sencilla. Sé que la vida la voy a perder
igualmente, un día u otro, así que no me compensa cambiar de
dirección supuestamente para ganar más días”. Para José Antonio
Marina, sin embargo, el riesgo, más que asumirse, nos acompaña
desde que nacemos. En Anatomía del miedo
afirmaba que “hay personas que nacen con predisposición al miedo”.
Para Ángel, todo el mundo, indudablemente, arriesga. Iván, no
obstante, cree conveniente establecer una previa distinción entre el
riesgo consciente y el inconsciente, a que hay personas que intentan
evitar todo riesgo, y ése es el germen para interactuar o no. Hay a
quien le cuesta más afrontar más los riesgos. Ángel 2, además,
hace referencia a la coarción de libertad a la hora de decidir, ya
que much@s no tienen esa capacidad, aunque parezca que la tienen.
Sagrario retoma algunas de las intervenciones anteriores mostrándose
de acuerdo en que el hecho de la vida misma ya es rompedor y
peligroso, pero el ser humano asume el riesgo como consciente desde
el momento en que evoluciona, aunque no desde la evolución como
complemento, sino como sujeto en sí. Y lo mismo ocurre con el riesgo
en sí. Ya que mientras que el riesgo de la bolsa está pensado y
controlado, y por elllo el intento de represión queda oculto tras la
careta del riesgo; el deporte representa el riesgo totalmente
intencionado, ése es el riesgo en sí, el riesgo que se ha
convertido en tal y el sujeto que ha evolucionado lo asume. Ha salido
de sí. Seguidamente, Róber reafirma en que este salir de sí
implica la relación con el otro, ya que si no hay relación, hay
encerramiento; siendo por tanto, el riesgo, nulo. Aunque Isaac apunta
que esta evolución de la que se ha hablado necesita también un
margen de actuación. Si no hay margen, no actuamos; por tanto, ha de
existir cierta libertad. Aunque esta libertad se hace borrosa cuando
vemos que hay quien, aún arriesgando, nunca pierde, implicando un
daño a terceras personas. Y es aquí donde Kiwi, recién llegado,
interviene diciendo que el riesgo debería limitarse si afecta a una
tercera persona. Silvia está de acuerdo, y hace referencia a los
falsos riesgos de asume la banca. Pero Ángel discrepa esta opinión
afirmando que sí se asume un riesgo real, ya que si quiebra el
sistema económico quiebra todo. Much@s se oponen a esto, ya que si
por algo se caracteriza el riesgo, es por la contingencia, y no se
puede prever ni valorar como posible lo que puede venir después.
Y
con esta contingencia del riesgo cerramos el Vino Filosófico a modo
de resumen y por cortesía de Ángel 2 que se “arriesgó”, valga
la redundancia, a crear una nueva definición de la palabra “riesgo”
como percepción asumible que puede ser objeto de manipulación.
Nos
vemos el próximo lunes 15 de abril con el tema ESTADO O NACIÓN.
Muchas
gracias por acompañarnos.